jueves, 8 de septiembre de 2011

Sobre mocos fugitivos

Antes de ayer pasé por una situación comprometida, una situación que todo el mundo ha tenido que afrontar alguna vez. Fui al INEM, y al hablar con el funcionario me di cuenta de que tenía un moco luchando por salir de la nariz. En ese momento se me presentó un dilema. ¿Qué hago? pensé, si le digo que tiene un moco en la nariz le voy a hacer pasar un minuto de vergüenza, pero va a ser por su bien. En cambio, si no le aviso, el moco seguirá a merced de las corrientes de aire, la persona que venga detrás de mi también lo verá y seguramente tampoco dirá nada, la siguiente persona hará lo mismo, y así hasta quién sabe cuándo. Con la familia y los amigos hay normalmente confianza para comentarles que tienen un moco visible, pero con un desconocido es distinto. Por eso mismo, al final me fui del INEM sin advertir al amable funcionario de lo que le sucedía. Pero la próxima vez que vea un moco en las puertas de una nariz desconocida, se lo haré saber a su propietario y escribiré una entrada en filósofos de boquilla para narrarlo.

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