El ser humano es un bicho muy raro, para lo bueno y para lo malo. En esta entrada es para lo bueno. Ya se sabe que en situaciones de vida o muerte todo animal saca fuerzas de donde no las tiene y su instinto de supervivencia parece que le hace tener superpoderes. Pues bien, en ocasiones como ésta, el ser humano echa mano de su fuerza y de su racioncinio y sangre fría. Ese es el caso de un tal Leonid Rogozov, un médico ruso que en 1961 se encontraba en una base antártica durante el invierno antártico cuando de repente le entró apendicitis. ¿Y qué hizo? Como era el único médico y la situación era de vida o muerte, se operó él solito. Con dos cojones.
Noticia en el
British Medical Journal y en el
corriere.it.
eso es tener cojones y no lo de beowulf
ResponderEliminarIllo qué máquina...está claro que la necesidad agudiza el ingenio.
ResponderEliminarEso lo hizo también el médico de Masters and Commanders, solo que a él le habían dado un tiro en la tripa. Menos mal que fue una cosa en la tripa y no en la espalda, porque si no... De toas formas, sí que fue valiente el tío, yo creo que prefiero morirme a verme los intestinos, qué mal rollito.
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