martes, 12 de octubre de 2010

Tumbado al sol lamiendose la breva

Mientras me hacía la pedicura, he pensado que cuando vamos a que nos den un masaje relajante, unos baños árabes, un yacusi o alguna cosa por el estilo sacamos nuestro más puro instinto animal; somos ese perro que se tumba para que le arrasques la tripa o ese buey en el prado que deja que las garcillas se posen en su lomo para espurgarle o esas o obejas a la sombra de un carrasco.


Para contartee
que quisiera ser un perro y oliscarte,
y vivir como animal que no se altera,
tumbado al sol lamiendose la breva,
sin la necesidad de preguntarse
si vengativos dioses nos condenarán,
si, por Tutatis,
el cielo sobre nuestras cabezas caerá.